miércoles, 31 de octubre de 2007

La nueva fuerza de la vida social gracias al andamiaje.





Por mucho tiempo se ha encontrado en la competitividad la génesis de la estructura social sobre la cual descansamos. Quizá como el resultado de Interpretaciones de diferentes teorías evolutivas, que han decantado en la necesidad de crear modelos de patrones fijos, en los cuales, las características intrínsecas de algunos organismos se intentan generalizar hacia otros, y por lo tanto esas características son, por si solas, las que determinan las posibilidades de un individuo de desarrollarse exitosamente. Es evidente que implícitamente esto ha condicionado nuestra vida social, dejando de lado la característica fundamental que ha sido la clave de los muchos logros obtenidos, me refiero a nuestra vida social, sustituyéndola, por la pesada carga de la competitividad. Resulta claro que nuestra natural necesidad de vivir en grupos ha sido la clave de nuestro desarrollo, porque a pesar del gran nivel intelectual o físico que puede llegar a alcanzar una persona, siempre esta supeditado a las posibilidades que el grupo le da de incrementar ese potencial, un ejemplo claro de esta suerte de dependencia, sobre la cual se construye la complejidad de nuestra vida social, lo da la brillante cita del físico Albert Einstein: “Todos somos muy ignorantes, lo que pasa es que ignoramos diferentes cosas”. Vigotski al construir una visión del aprendizaje, en la cual la interacción con los demás es la plataforma fundamental sobre la cual se construye el conocimiento individual, también nos regala un bálsamo que renueva la deteriorada valoración que le damos a la vida social, en la cual desestimamos el enorme valor que tiene y por ende la necesidad de potenciar a cada uno de sus integrantes. El andamiaje se presenta como la construcción material de un concepto, en el cual se trata de ejemplificar, como la capacidad individual de una persona es potenciada o coartada por las posibilidades que el medio le entrega, el andamio sobre el cual nos erguimos y elevamos nuestras capacidades, por ende está en la capacidad del andamio sobre el cual nos elevamos la resultante de lo que potencialmente podemos desarrollar. Resulta claro, que bajo esta visión, más allá de la innegable importancia de las capacidades individuales, se le da una nueva valoración a los trascendentales espacios de desarrollo en los cuales participamos siempre con otras personas, y entonces son nuevas puertas las que se nos abren, son nuevas las necesidades que se nos presentan, ya no todo queda supeditado a nuestro espacio mas inmediato, sino que a la totalidad de los rincones en los cuales nos movemos, ya no es la necesidad de competencia la que nos hace crecer, sino que la necesidad de que cada uno de los integrantes de nuestra vida social tengan acceso a incrementar sus capacidades, por ende el incremento de las posibilidades de los otros, ya no nos limita, sino por el contrario nos impulsa hasta nuevas fronteras.


¿Pero como construimos esa plataforma?


Se puede vislumbrar de manera clara que bajo la perspectiva Vigotskiana se profundiza hacia una evidente crítica social, que destierra muchos de los cánones que rigen, lo que consideramos como la forma normal de interacción, “LA ESTRUCTURA SOCIAL NORMAL”. Porque al asumir la importancia de la vida social en el desarrollo cognitivo, también se asume el que cada uno de sus integrantes tengan las mismas posibilidades de desarrollo de su potencial. Espacios de desarrollo integro, en los cuales las posibilidades de uno no actúen en desmembró de las posibilidades del otro, en las cuales se asuma que el éxito individual esta vinculado con el incremento de las posibilidades de todos.


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